EL ARTE DEL TRÍO
Dicen. Dicen que al Jazz le faltan grandes
figuras, esos mitos vivientes de las décadas doradas que poco a poco han ido
pereciendo con el paso del tiempo sin que su lugar sea convenientemente
ocupado, dejando tras ellos un vacío desalentador.
Dicen. Dicen también que cuando los ordenadores
hagan música, sonarán como Brad Mehldau. Dicen que no transmite, que no
convence, que no está a la altura de los grandes...
Dicen. Dicen muchas cosas.
La noche llegaba a Madrid y la agradable
temperatura invitaba a dar un paseo antes de entrar en el Lara. Poco a poco la
entrada del teatro se llenaba de un público peculiar, el Jazz parece haberse
convertido en algo cool y,
ciertamente, no me agrada el rollo moderno que se cierne sobre él. Pero lo
cierto es que la acogida fue satisfactoria y el Lara al completo esperaba la
aparición en escena del señor Brad Mehldau y sus acompañantes. Con habitual
retraso el trío salió al escenario en medio de una gran ovación. Larry
Grenadier al contrabajo y Jeff Ballard a las baquetas acompañaban a Mehldau.
Allí estaba. Tímido, ausente, distraído. Raro. Mucho había escuchado y leído,
pero de nada sirvió. Allí vi a un genio del Jazz, a un heredero de los grandes
vestido con americana y una camiseta de AC/DC. Allí comprendí el motivo de
tantas críticas y descalificaciones. Brad Mehldau es demasiado bueno para
nuestro tiempo. Un personaje que hubiese sido mitificado en el acto hace 50 o
60 años, que hubiese sido un referente en los años del bebop y el hard bop, es
sin embargo un apestado para ciertos círculos en la actualidad. Y lo mejor de
todo es que estoy convencido de que eso a él le encanta, es un tipo que
disfruta haciendo lo que le da la gana. Un claro ejemplo es su alternancia de
conciertos en solitario con experimentos electrónicos y, como en este caso, con
giras en formato trío. Un trío que, desde luego, es una maravilla. Con los ojos
cerrados y en perfecta armonía los tres músicos nos llevaron a cotas de éxtasis
musical cuyo camino de llegada pocos conocen. No tengo dudas. Fue un privilegio asistir a un
recital así y un placer volver a casa con la certeza de que sí, aún quedan
leyendas en el Jazz y de que Brad Mehldau es, indudablemente, una de ellas. Digan lo que digan.
Pablo A. Martín Grande
Madrid, 18 de Marzo de 2014